Reglas

1.- Los prompts se publicaran cada domingo
2.- Cada historia deberá publicarse a más tardar a las 12:00 de la noche del viernes siguiente.
3.- Cada historia debe ser de un máximo de 750 palabras. (no incluido el título en su caso)
4.- Al aceptar el prompt, es necesario dejar un comentario en el mismo como compromiso de publicar la historia.
5.- Agregar a su post con la historia la etiqueta "cuento " y luego su nombre.

jueves, 28 de octubre de 2010

Anne

Heather y yo permanecimos cerca de entrada al jardín. Tras la boda y la partida de los invitados, Echo Lodge tenía un aire a tristeza; algunos listones y unas cuantas flores pisoteadas por accidente eran los silenciosos testigos que quedaban de la alegre ceremonia en casa de Miss Lavendar. Habíamos regresado por el pañuelo bordado de Heather y encontramos la casa cerrada y todo desierto. A punto de darnos por vencidas, vimos acercarse por la vereda a la bonita peliroja que estuvo practicamente a cargo de toda la ceremonia – salvo el matrimonio en sí, claro!  Acompañada de una criatura tan llena de moños y adornos que solo podía ser Carlota la Cuarta.

-        -   ¡Oh! ¿No está todo muy solitario? A pesar de todo, cuando se termina una boda no es mucho más alegre que un funeral, ¿no es cierto, Miss Shirley?

Anne Shirley sonrió y estaba a punto de contestar cuando se sobresaltó al vernos.
-        -  Disculpen, ¿Puedo ayudarlas?
-      -   Buenas tardes. Mi nombre es Heather. Somos viejas amigas de Miss Lavendar  y vinimos a su boda, pero me temo que dejé olvidado mi pañuelo en el vestíbulo.  De hecho, es el pañuelo de mi suegra, quiero decir, ella me lo dio en nuestra boda asi que es mio, pero lo que quiero decir…
-        -  Es que nos gustaría poder regresar por el pañuelo de mi amiga – Tanto Heather como yo tenemos tendencia a hablar de más cuando estamos nerviosas.

Anne sonrió exactamente como imaginé que sonreiría  y eso nos relajó. Nos indicó que la siguiéramos y entramos a la casita, a la que los últimos rayos del día habían dotado de una pátina dorada que la transformaba en un castillo en miniatura, con chimeneas en lugar de torretas y un porche donde el puente levadizo debiera estar. La princesa ya había tenido su final feliz y se había marchado con su príncipe, así que nadie vigilaba las almenas.

El leve empujón de Heather me sacó de mi fantasía, y sonriendo mis disculpas las seguí. Carlota se nos había adelantado y en una mesita ya había algunos panes y tazas esperando el fragante té para acompañarlos.

Tras el té, comenzamos a ayudar a las jóvenes a recoger los despojos de la fiesta. A punto de recoger un pobre pañuelo pisoteado –que con alivio noté no era el de mi amiga -  resbalé y hubiese caído si una mano firme no tomara mi brazo. Anne rió y me ayudó a incorporarme.

-        -  Me pasa todo el tiempo, no te apenes. Al principio daba muchos dolores de cabeza a Marilla, quien estaba segura que en cualquier momento iba a terminar en el fondo de un pozo o cayendo del segundo piso por andar con la cabeza en las nubes. ¡Oh! ¡Encontraste lo que buscabas! ¿Es por eso que arriesgaste tu cuello?

Las risas de Heather y mía causaron un leve rubor en el rostro de la maestra. Era verdad que tenía facilidad para hablar, y que era tan despreocupada como tímidas eran las demás jóvenes de su edad. Y mientras algunas envidiosas la etiquetaban como coqueta y su comportamiento como impropio de una dama, la verdad era que su frescura era genuina, y nada había de coqueta en su dulzura y su romántica forma de ver el mundo.
 
-¿Anne?

La delicada piel de la maestra se tiño ligeramente de nuevo al escuchar la viril voz que la llamaba desde fuera. Carlota corrió a recibir al joven, que sombrero en mano entró en la casita sin percatarse casi de nuestra presencia. Sus ojos, cualquiera podía ver, solo eran para su antigua compañera y rival unilateral, objeto de su afecto y sus planes a futuro.

-¡Aquí Gilbert! ¡No sabía que era tan tarde! Me apresuraré a terminar y entonces podemos irnos
-Deja. Nosotros terminaremos- intervino Heather - ¿Qué te parece si mientras guardamos lo que falta te ocupas de que tu amigo no se aburra? El jardín es hermoso a esta hora.

Con solo el más leve de los titubeos, ambos salieron, él con una actitud protectora respecto a ella, que parecía ser la única que no se daba cuenta que en su rostro, desacostumbrado a fingir, se notaba el sentimiento que le reciprocaba.

En el momento en que cerraron la puerta desperté, sin saber si aún soñaba. Vi en el reloj que era medianoche, calculé que Heather, en Australia, estaría despierta y la llamé. Al primer timbrazo, contestó y apresuradamente me dijo

-¡soñé contigo y no vas a creer! ¡conocimos a Anne!

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