Reglas

1.- Los prompts se publicaran cada domingo
2.- Cada historia deberá publicarse a más tardar a las 12:00 de la noche del viernes siguiente.
3.- Cada historia debe ser de un máximo de 750 palabras. (no incluido el título en su caso)
4.- Al aceptar el prompt, es necesario dejar un comentario en el mismo como compromiso de publicar la historia.
5.- Agregar a su post con la historia la etiqueta "cuento " y luego su nombre.

miércoles, 27 de octubre de 2010

Soleado mediodía en un martes de mayo


Pinche cruda, el dolor de cabeza, de músculos, de huesos, la fotosensibilidad pero sobre todo el bajón, la cruda moral, esa maldita depresión que acompaña los excesos, no se puede menos que sentirse un pedazo de excremento en un espacio infinito. La inestabilidad de las tripas, los sudores fríos, vuelta tras vuelta en la cama hasta que quedas enredado en las sabanas, sin poder dormir y sin la voluntad de levantarte.

Después de unos cuantos minutos tras un impulso exacerbado salte de la cama me vestí rápidamente con lo primero que encontré y me arroje hacia el cerro. Tal vez una buena caminada una sudada seria el remedio ideal. Camine a paso acelerado por el centro de la ciudad contemplando a la puta gente feliz en una puta mañana feliz de martes, con sus ocupaciones y quehaceres todos tan importantes. Sentí nanceas. Tuve que apresurar el paso para no vomitar a la orilla de la acera en ese momento.

Al ir alejándome del centro fue cambiando el tipo de gente que veía, también fueron aumentado los perros en la calle, la mayoría de las veces mugrientos y sarnoso, gallinas correteando y niños sucios y encuerados jugando en la calle. Así tome el camino de las purificadoras hacia el colomo, pero al llegar al canal me metí hacia el cerro en dirección de la laja de arriba, pasaron algunos cientos de metros, minutos, pensamientos cuando consciente o inconscientemente abandone el camino para las camionetas y seguí el de herradura, después deje el de herradura y tome esas pequeñas brechas que los animales trazan con su habitual caminar, sus rutas sus senderos.

Sin saber ya a ciencia cierta hacia donde me dirija me fui adentrando en una cañada que en su vértice albergaba a un arroyo en un camino muy accidentado y casi vertical. Bordeando la barranca comencé a escuchar un suave gemido de hombre, movido por la curiosidad trate de seguirlo hasta que los pude ver escondido detrás de una roca. Un joven delgado de cuerpo atlético, cabellos rubios y piel tersa extremadamente blanca, al parecer de unos 16 años se encontraba con las piernas figurando un compás abierto a 45 grados, estaba reclinado apoyado sobre una piedra con la cabeza muy cerca de un chorro de agua que brotaba por encima de otra piedra llenandole la cabello de rocío, volteaba frecuentemente hacia atrás donde otro muchacho, que se veía elegante y refinado, quizá un poco mayor pero igualmente atlético y hermoso le arrancaba esos placenteros gemidos embistiéndolo con fuerza y determinación llenándose de ese gran deleite anal, de repente casi sin hacer un gesto saco un filoso y reluciente puñal con el que degolló a su amante eyaculando después sobre el cuerpo muerto.

No sabia si seria un desvarío de mi imaginación por mis sentidos alterados, pero todo era tan real, tuve que voltear rápidamente para no ser visto pero me quede petrificado ahí mismo, tirado sobre la hierva seca de mayo. En esa posición tan desagradable fui sorprendido por el homicida que me clavo una tenaz mirada (vestía de una manera extraña, es decir como de otro siglo), era tan duro su mirar, y despedía tanta maldad su presencia que me quede helado, atónito, pasaron unos segundos que me parecieron siglos hasta que volteo y se alejo desapareciendo por el camino, la hierva parecía cederle el paso.

Me tomo tiempo recuperarme de la impresión y al tratar de aclarar mis pensamientos reconocí estupefacto que aquel no podría ser otro que Maldoror.

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