Reglas

1.- Los prompts se publicaran cada domingo
2.- Cada historia deberá publicarse a más tardar a las 12:00 de la noche del viernes siguiente.
3.- Cada historia debe ser de un máximo de 750 palabras. (no incluido el título en su caso)
4.- Al aceptar el prompt, es necesario dejar un comentario en el mismo como compromiso de publicar la historia.
5.- Agregar a su post con la historia la etiqueta "cuento " y luego su nombre.

viernes, 29 de octubre de 2010

Un libro de otro

- Desde niño aprendí a respetar los libros ajenos. Y los libros más ajenos que existían en mi vida eran los de mi casa. Al llegar de la escuela, solía sentarme en el piso a observar los inmaculados tomos de las enciclopedias y colecciones de literatura que mi padre tenía y mi madre mantenía con un orden casi perfecto. Pero estaba prohibido tocarlos. Nada más vedado para mí en la casa que los libros. La biblioteca pública fue entonces mi opción para leerlos. Una a una durante interminables tardes leí ahí las enciclopedias y me llevaba prestados a casa las novelas y libros de cuentos, de poemas y de teatro para leerlos en la noche. Luego de cinco años, había leído todos los títulos existentes en mi casa, aprendido a respetar los libros ajenos, y me había maravillado por el exquisito gusto que tenía mi padre al elegir los libros que compraba para adornar el librero. Fue entonces que empecé a comprar mis propios libros. Guiado por el gran conocimiento literario de mi padre, fui haciéndome de la obra completa de los diferentes autores que conocí en ese proceso. Todo esto a escondidas de mis padres, pues imaginaba que de enterarse, escandalizados por el desorden imperante en mi cuarto, insistirían en llevar todos mis libros al estudio para ser colocados junto a los demás, lo que les daría el carácter de intocables. Fue así que conseguí trabajo de mensajero y con mi sueldo de mil pesos mensuales pude rentar una habitación en un edificio del centro en donde fui guardando mi colección. Después, un amigo me regaló un sillón, y en una renovación del mobiliario de la escuela pude comprar un escritorio y una silla en una cantidad simbólica. Con mi primer aguinaldo compré dos estantes en rebaja y con lo que mi padre me obsequió de navidad llevé un librero de madera donde coloqué la enciclopedia que compré tomo por tomo en la librería de viejos de enfrente de la escuela. Ahora que estoy en la universidad, trabajo como corrector de estilo y gano un poco más, renté la habitación más amplia del edificio, que en realidad es un pequeño departamento, pues además de la gran habitación principal, tiene un dormitorio, baño y cocina. Después de comer, me voy ahí a hacer mis tareas, a leer y algunas veces me quedo a dormir, no muchas porque tengo que inventar excusas con mis padres como que me iré a una fiesta y quedaré a dormir con un amigo. Algunas veces me acompaña mi novia, la única persona que sabe de su existencia, además de usted claro. Y en las tardes en que no hace tanto calor, vengo al parque a leer. Siempre en esta banca, y en esta banca es en donde encontré el libro. La tarde que lo encontré esperé hasta las 10 de la noche, pero nadie vino a buscarlo. Me fui a mi casa y al día siguiente se lo mostré a mi novia, que fue quien reparó en el hecho de que justamente era el libro que me faltaba para completar la obra de ese autor. Fue entonces cuando me planteé la posibilidad de quedármelo. Fuimos a la habitación del centro y comprobé en mi catálogo que, efectivamente, era el título que me faltaba. Me emocioné muchísimo porque era un título bastante difícil de conseguir en la ciudad. Pero, como le decía, desde niño aprendí a respetar los libros ajenos, por lo que empecé a venir al parque antes de la hora acostumbrada, me sentaba en la banca acostumbrada y esperaba a que apareciera el dueño del libro. Al final de la primera semana, pensé que tal vez esta persona sí acudía, pero al ver ocupada la banca se sentaba en otra, por eso decidí esperar en la banca que esta enfrente. Luego de otra semana, pensé que la persona no se sentaba porque le incomodaba, como a mí, sentarse y que otra persona se sentara frente a ella. Así que decidí entonces sentarme en una posición que me permitiera observar la banca sin ser visto. Y entonces apareció usted. Y aquí estoy, relatándole esta historia y preguntándole si este libro le pertenece.
- ¿Cuál es el título?
- El Libro de Arena, de Jorge Luis Borges.
- No es mío, debe ser de otro. No es necesario que mienta, tampoco me interesa quedármelo. Es tarde, me gustaría mucho seguir escuchándote pero tengo que acudir a una cita. Tal vez algún día coincidamos de nuevo y me seguirás contando de esa biblioteca tuya. Me atrevo a decirte que deberías quedarte el libro, pues aunque sea de otro, bien podría ser tuyo.
- Está bien, entonces, quizá este libro de otro estaba destinado a ser mio. Lo pensaré. Gracias por su tiempo, espero encontrarlo de nuevo.¿Cómo se llama usted?
- Yo me llamo Jorge Luis Borges, hasta pronto.

5 comentarios:

CT dijo...

Nestor! Me encanto!

CT dijo...

Ahem... Solo que... Borges no es ficticio! ;D

Néstor Daniel dijo...

aaahh... es que hay un Borges que es ficticio... XD

La Nínfula dijo...

ai mi vida que bonito
^^
Me gustó!
Saludos

La Nínfula dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.